miércoles, 26 de agosto de 2009

JUVENTUD Y PARTICIPACIÓN



Msc Mayela Coto G.


La juventud no es un bloque de población homogéneo, coherente e integrado, esta población está constituida por un conjunto de segmentos etarios, con diferencias culturales, que pertenecen a distintos estratos sociales y económicos. Todas características que influencia su comportamiento y la forma en que enfrentan las diversas situaciones

Los problemas sociales, económicos y laborales que enfrenta Costa Rica se proyectan de manera directa sobre la juventud, por citar un ejemplo la tasa de desempleo entre la población joven es el doble de la tasa de desempleo nacional, y proximadamente medio millón de personas entre los 15 y 26 años no trabajan ni estudian.
A pesar de la intensidad de su problemática, las posibilidades de influir sobre su destino y cambiar su realidad, son insuficientes o irreales posibilidades.
Lo anterior, unido a la incapacidad para suscribir la primera experiencia laboral, la ausencia de financiamiento adecuado para construir emprendimientos, así como los obstáculos para acceder a vivienda son condiciones que se unen para postergar su ciudadanía integral.

La situación se transforma más crítica para un amplio sector de la población joven (500.000) que no trabajan ni estudian por diversas razones y para quienes el acceso a las oportunidades está realmente ausente.

La pobreza limita las oportunidades de acceder a una educación e influye sobre los niveles de deserción escolar, condiciones que plantean otras formas de exclusión social asociadas a la adquisición de conocimientos, el desarrollo de competencias y destrezas para la empleabilidad y la inserción en un mercado laboral cada vez más exigente y competitivo.

La exclusión social tiene un importante contenido simbólico de marginación, en un mundo en que la identidad y el sentido de pertenencia pasan por la adquisición de bienes y el acceso a espacios de interacción, dos elementos simbólicos e integradores que permiten desarrollar cohesión social. En tanto el consumo refuerza el sentido de pertenencia a una generación y una sociedad definida por modas, tecnología y estilos de vida, pors su parte los espacios posibilitan compartir valores, normas, costumbres y pensamientos.

La ausencia de cualquiera de esas dos condiciones suscita sentimientos y sensaciones de marginalidad involuntaria con respecto al mercado y a la sociedad, es el inicio de la certidumbre de que no hay destino.

En este contexto la participación adquiere otro sentido, y las diversas manifestaciones de violencia cotidiana como las barras futboleras, la delincuencia y los conflictos en los centros educativos, son para las y los jóvenes una manifestación simbólica de la indignación, el desencanto y la frustración, un permanente recordatorio de la marginalidad y de la orfandad social, en donde la expectativa de la movilidad social cada vez es más un espejismo que choca con la realidad.

Cuando sus necesidades inmediatas están insatisfechas, y las oportunidades de participación sobre su futuro están mermadas, las y los jóvenes están imposibilitados para visualizar su participación política como una alternativa viable a corto plazo.
De ahí que en la medida en que un importante segmento de la población juven continue sumida en la orfandad social, la acción política no será una vía cercana para la transformación de su condición social y económica, por el contrario es visualizada como una representación más de exclusión a que los somete el mundo adulto .
Se hace necesario por lo tanto, dar un viraje en cuanto a la percepción y el abordaje de la población joven en particular y de la exclusión en general, ya que hoy día la pobreza más que nunca tiene rostro joven.

martes, 11 de agosto de 2009

COMUNIDADES SOLIDARIAS: UNA ESTRATEGIA PARA PREVENIR LA VIOLENCIA SOCIAL


LA EXPERIENCIA DEL CANTÓN DE AGÚIRRE En año 2006, cuando asumí el cargo de Viceminstra de Justicia, responsable de la Politica de Prevención de Violencia, el principal reto que enfrente, fue el de diseñar y ejecutar el Primer Plan Nacional de Prevención de Violencia, en este contexto ese mismo  año  ejecuté el Plan Piloto en el Cantón de Agüirre de Costa Rica del Programa “Comunidades Solidarias”. Este proceso que duró 18 meses, demostró tener éxito en la construcción de redes de protección comunitaria, así como en la disminución de los actos delictivos en el cantón, los cuales a un año de ejecusión bajaron en un 25%.


Este programa surgió como alternativa de organización y gestión social, sustentada en la construcción de Cohesión y Capital Social para prevenir la violencia y brindar oportunidades de desarrollo a la población joven. Este Programa combinó acciones institucionales concertadas en el ámbito local, con procesos de movilización y participación activa de los diferentes actores comunales, las redes de prevención social se reforzaron con actividades para generar con valores, recuperar identidad y confianza mutua, así como entre sociedad civil e instituciones gubernamentales.


En ese contexto, la participación activa de los actores locales en los procesos de toma de decisión fueron elementos estratégicos que contribuyeron a romper el ciclo de reproducción de la violencia sociocultural. En tanto que el fortalecimiento de la capacidad de gestión de los actores locales, el desarrollo de competencias y conductas colectivas, proactivas y sostenibles, enlazadas a la coordinación interinstitucional, constituyeron herramientas fundamentales para reducir la vulnerabilidad e incrementar los factores de protección social en el entorno inmediato.

1- Conceptualización del Capital Social
La estrategia metodológica y la conceptualización trazadas en el “Programa Comunidades Solidarias”, fueron tomados de los planteamientos y resultados sintetizados en la investigación: “Contribución del Voluntariado en la Construcción del Capital Social. Análisis de dos casos”, (M.Coto, FLACSO, 2005), ya que esta investigación pone de manifiesto el rol de la cultura en la construcción de Capital Social y en el Desarrollo Económico Local.
La concepción de Capital Social cobra relevancia a partir de los años noventa, es una teoría que retoma los principios tradicionales del voluntariado para incorporarlos a una estructura de enunciados donde las redes sociales, la solidaridad y los valores, son reconceptualizados en función de los procesos de desarrollo socio económico local. Entendido como un conjunto de recursos, formas de organización económica y social, el Capital Social conjuga normas, instituciones, valores y cohesión social y los asocia a comportamientos culturales para explicar la participación activa de las personas en procesos económicos y sociales sustentables, donde el mejoramiento de la calidad de vida, constituye la retribución que reciben las personas y las organizaciones voluntarias por el trabajo realizado.


Sin embargo para que el Capital Social repercuta positivamente en la conformación de redes sociales solidarias, es indispensable que involucre recursos humanos competitivos, con capacidad de gestión y aptos para asumir nuevos retos. Esto se traduce en actitudes de liderazgo, servicio de voluntariado comunitario y habilidades sociales para establecer relaciones con organizaciones o personas.


Autores como Coleman, consideran que el Capital Social “constituye un recurso que se presenta tanto en el plano individual como colectivo, y se caracteriza por un alto grado de integración e interdependencia entre las personas y sus redes de contactos, donde lo importante para potenciar el desarrollo, es la solidaridad, la reciprocidad y la cohesión social. Donde existen importantes elementos de la estructura social que pueden ser utilizados por los actores para sus propios intereses” (1990:305).


Por su parte, Putnam, asocia el concepto al grado de confianza existente entre los actores sociales, las normas y el nivel de asociatividad que caracteriza una sociedad; características que evidencian su riqueza en el tejido social. Enfatiza el papel de las organizaciones sociales y su contribución al mejoramiento de la eficiencia de las acciones, resalta el compromiso cívico en la participación de las organizaciones pequeñas y poco jerarquizadas, como las voluntarias, que generan normas de reciprocidad sustentadas en la confianza y la reputación: la iglesia, clubes, grupos comunales, etc. (citado en Kliskberg; 2000:28)


A pesar de la diversidad de pensamiento, todos coinciden en la importancia de los compromisos cívicos, de la ayuda mutua y de las responsabilidades horizontales, como mecanismos para inhibir el oportunismo, además, le otorga a la comunidad un papel importante para disciplinar y encausar la conducta individual y favorecer los procesos colectivos. Donde más que la coerción y las normas, son las reputaciones las que están en juego y constituyen ventajas tradicionales de gran valor para generar confianza y solidaridad. En ese sentido, el Capital Social no puede ser inducido desde fuera, al contrario es un proceso endógeno y “auto sustentado” en relaciones e identidades que se fortalecen a través del tiempo, con la confianza y el conocimiento interpersonal, que se reproducen a través de las tradiciones y las prácticas culturales compartidas en la comunidad.


Por lo tanto, la cultura, identidad, la confianza y los lazos de solidaridad, son algunos de los elementos que deben incorporar las estrategias para revitalizar la cohesión social, las normas, valores, hábitos y la capacidad de trabajo local, como condicionantes para promover organización comunitaria y transformarla en materia prima para generar la construcción de redes sociales que permitan canalizar el desarrollo y las oportunidades

2- Conceptualización de la Prevención
La prevención social en términos generales, supone el desarrollo de un conjunto de acciones, programas o políticas públicas con la finalidad de impedir o contener conductas y actos violentos, en un determinado territorio o espacio geográfico, en donde las condiciones sociales, económica y/o culturales lo ubican en situación de riesgo. A estas condiciones se les denomina “factores de riesgo”.
A continuación se mencionan algunos de los principales factores de riesgo encontrados en cantón de Agüirre:
· Ausencia de oportunidades de uso del tiempo libre y capacitación para la población joven
· Problemas de: desintegración familia, desempleo, bajo nivel de escolaridad y adicciones
· Ausencia de espacios para el diálogo y la concertación.
· Una comunidad sin capacidad para la gestión
· Deterioro de la organización social
· Pérdida de credibilidad en las instituciones públicas
3- Características de la Cohesión Social :
- La reducción desigualdad
- Integración e inclusión social
- Articulación Estado, sociedad civil y sector económico

4- Características del Capital Social:
- Un proceso de constitución de redes autosustentado en identidades
- Sentido de pertenencia, y confianza
- Expresión superior de la cohesión social: simbolismos culturales y sociales

La conjugación de los dos procesos da como resultado una sociedad con sentido de pertenencia, que favorece la integración y la inclusión social mediante la participación ciudadana activa, una comunidad que se organiza en redes temáticas para velar por un desarrollo integral.
La dinámica que se produce al integrar estos procesos transforma el territorio en un espacio con sentido y portador de valores e identidad, que facilita la incorporación de la comunidad en los procesos de desarrollo integral.

5- Consecuencias del deterioro del Capital Social y de la Cohesión
- Exclusión social
- Debilitamiento de la solidaridad
- Pérdida de identidad
- Conductas individualistas
- Disminución de la capacidad organizativa
- Desconfianza y pérdida de solidaridad.
6- La Alternativa Construida
Este proceso de deterioro de confianza, valores y solidaridad hace que las comunidades se organicen alrededor del temor la frustración, la desprotección. Es un contexto en donde la identidad del otro se construye a partir de la desconfianza y de las diferencias, prevalece el individualismo sobre la colectividad. Estas caracterísiticas impiden construir redes solidarias que permitan la integración social,cultural y económica. La fractura del capital social y de los mecanismos de cohesión, dejan espacios vacíos que son tomados por la delincuencia organizada.

Por todo lo anterior la estrategia de intervención utilizada en el Cantón de Agüirre, se fundamentó en la articulación y cohesión de los diversos actores sociales en redes para el desarrollo de programas de convivencia pacífica, acciones en beneficio de la niñez, la adolescencia y la juventud, crear entornos de protección y de motivación para su desarrollo integral.
La acción colectiva se orientó hacia la solución de los problemas, la búsqueda de metas comunes y el fortalecimiento de la capacidad de gestión

Hoy día los miembros de la Comisión de Paz de Agüirre (COPAZA), constituida durante la intervención alcanzan las 1000 personas entre adultos y jóvenes. Son miembros de COPAZA, empresarios, organizaciones religiosas e instituciones públicas, una organización con un importante poder de convocatoria que le ha valido el reconocimiento a nivel local. La capacidad de gestión de COPAZA, permite la sostenibilidad de talleres de capacitación en informática, teatro y danza para niños y jóvenes, mediante la venta de serciosos de la organización.

La concesión a COPAZA de estructuras del Estado subutilizadas y en situación de abandono, fueron transformados en lugares de encuentro del Cantón y Centros para la recuperación de la identidad, los sitios inseguros y abandonados poco a poco se van transformando en centros de socialización, tal es el caso del Centro de Cultura ( fotos abajo) de Agüirre, en donde desde el año 2007, durante dos las semanas de vacaciones escolares COPAZA el Festival "Agüirre al Rojo Vivo: Manifestaciones de un Pueblo", ahi compiten niños, adolescentes y jóvenes, capacitados en los talleres, para quienes todo desde el transporte, alimentación diaria e inscripción son gratuitos, el motivo es alejarlos de las drogas y evitar la deserción escolar.
Una comunidad deprimida y abrumada por el pesimismo, es hoy "Una comunidad que tiene esperanza, sueños y sobre trabaja en el presente por el futuro de sus hijos e hijas", según manifiestan sus pobladores.

Más información : wwww.copaza.org
Recuperación de Espacios: Instalaciones antes Bodega abandonada ahora es el Teatro Popular



Cementerio: antes era utilizado como hogar por adictos, ahora recuperado



Bibliografía
Coleman, James. (1990) "Foundations of social theory. Cambridge".
Coto Mayela (2005) " Contribución del Voluntariado en la Construcción del Capital Social"
Putnam, Robert. (1993) "Making Democracy Work"



lunes, 3 de agosto de 2009

BARRAS BRAVAS DE FUTBOL

EL CASO DE COSTA RICA

Responsable del Programa: Ana Mayela Coto
Las barras bravas de fútbol, aparecen en América del Sur como fenómeno social durante los años 80, posteriormente aproximadamente durante el año 1995 se extiende a Centroamérica.
En Costa Rica este fenómeno se expresó en un inicio principalmente con la constitución de tres Barras:

  • La Ultra Morada: es una barra que tiene organización territorial a nivel nacional

  • La Garra Herediana: su territorialidad se limita fundamentalmente a la Provincia llamada Heredia

  • La Doce: cuya influencia territorial se circunscribe principalmente a la Provincia de Alajuela
1- Rasgos Identitarios

  • Fuerte filiación

  • Representación simbólica

  • Construcción del otro desde la diferencia y la confrontación

  • Estructura jerárquica rígida

  • Conducta proclive a violencia física

  • Historia de confrontación con el gobierno

  • Irrespeto a la autoridad, la única autoridad reconocida es la de su líder

  • Organización Territorial

  • Fuerza Coyuntural
2- Organización
Caracterizadas por una estructura piramidal, cada barra es dirigida por un conjunto de líderes nacionales o "de primera línea", una condición que está determinada por su antigüedad dentro de la organización. En cada territorio tienen a su vez un equipo de coordinación y movilización que responden a los líderes nacionales.
3- Principios Rectores
El proceso de intervención iniciado en el año 2006 se fundamentó en los siguientes principios de consenso:

  • Reconocimiento del liderazgo

  • Construcción de acuerdos mínimos y máximos para trabajar

  • Proceso de rendición de cuentas hacia los dos lado.

  • Absoluta transparencia de todas las partes
Posteriormente se construyó una zona de conforte con dos condiciones:

  • Establecimiento de canales de comunicación

  • Definir características diferenciadoras entre la acción represiva de otras instancias de gobierno y la acción preventiva.
4- Acciones Emprendidas

  • Construcción de liderazgo positivo y socialmente responsables

  • Incorporación a talleres de recreación, deportes y cultura.

  • Cero tolerancia con la violencia

  • Alternativas de capacitación técnica
5- Fortalezas del Programa


  • Las soluciones se construyeron con jóvenes

  • Las alternativas se construyeron a partir de la identidad de cada barra.

  • Se aprovechó el Capital Social de las liderezas y los líderes

  • Acuerdos éticos

  • Se mantuvo el liderazgo de los representantes

  • Herramientas para fortalecer su liderazgo

  • Se vigorizó la “confrontación simbólica” en contraposición a la violencia física
6- Principales Resultados

  • Más de 300 jóvenes capacitados en dos años

  • Disminución importante en de la violencia en los estadios provocada por barras bravas

  • Bajó la cobertura negativa en medios de comunicación

  • Coordinación eficiente entre los líderes de las principales barras bravas

jueves, 30 de julio de 2009

CRÒNICA DE LA EXCLUSIÓN SOCIAL

VIOLENCIA URBANA, PANDILLAS Y BARRAS BRAVAS: JÓVENES PROTAGONISTAS DE LA EXCLUSIÓN

Msc Mayela Coto González

Consultora: Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ)
Guatemala, Mayo 2009
Seminario Iberoamericanao

La exclusión social es un fenómeno vinculado a las estrategias de desarrollo que históricamente han adoptado nuestros países para insertarse en el mercado internacional. Cada modelo económico involucra una forma de organización social, al tiempo que acentúa la inversión en las áreas y servicios que requieren fortalecer para incrementar sus ventajas competitivas. En la década de los años 80´s, las disposiciones adoptadas en el marco del nuevo modelo económico, afectaron especialmente a las poblaciones vulnerables, entre ellos niños y adolescentes, principales beneficiarios de los servicios públicos que brindaba un modelo de Estado hasta ese momento paternalista.

El proceso de deterioro social que se inició con disminución de la participación del Estado en los servicios públicos, hipotecó el futuro de niñas, niños, adolescentes y jóvenes de entonces. Hoy día lejos de saldar la cuenta pendiente, la deuda social del Estado con la juventud se extiende a generaciones presentes, quienes se enfrentan nuevas formas de exclusión vinculadas al continuo avance de la tecnología y de la globalización.

En tanto la brecha social se amplía, la institucionalidad por su parte se mantiene rezagada en la gama de alternativas para integrar a las políticas públicas a una generación cada vez más fragmentada por el acceso a la tecnología, al conocimiento y la segregación social.

1- Contexto Socio económico

El avance tecnológico, asociado a los procesos de apertura comercial experimentados por nuestros países, principalmente durante la segunda mitad del siglo XX, estimuló una serie de transformaciones sociales y económicas que afectaron las culturas e identidades nacionales. Fue a finales de los años 70´s, cuando se asentaron las bases para la globalización, a la luz de un modelo económico fundamentado en la innovación y la tecnología de la información y que propició cambios en la conducta y en el diario vivir de la juventud.

Los años 70´s, se caracterizaron por ser una época de profundas transformaciones culturales, de nuevas formas de organización social, y de gestión publica. Fue un período de fuerte ingerencia del Estado en los procesos económicos y sociales, sobre todo en lo relacionado con la definición y articulación de esfuerzos destinados a estimular el crecimiento del sector agroindustrial e industrial, la fuerza de trabajo fue integrada al sistema productivo a través de empresas estatales, que con el tiempo dieron origen a un mercado laboral institucionalizado. Durante esta etapa del desarrollo, el Estado asumió un rol protagónico como agente regulador e interlocutor, con fuertes criterios sociopolíticos, y no tanto económicos, lo que le valió para constituirse en el centro de resolución y de recepción de las demandas.

Durante esta etapa del desarrollo, el Estado abrió y legitimó un vigoroso espacio de participación a las representaciones populares, e hizo de la movilización una vía de articulación de lo político con lo social.

Fue un período en que el crecimiento económico subordinó el tema institucional a la necesidad de modernizar la economía, a través de dos vías:
- Fuerte inversión en tecnología e infraestructura
- Instrumentalización de la educación para generar conocimiento y desarrollo de capacidades para el manejo de la nueva tecnología.

La articulación de estos elementos, benefició a las generaciones jóvenes, para quienes la educación se constituyó en una vía para la integración y la movilidad social, esta situación coincidió con el surgimiento de corrientes de pensamientos y propuestas regionales referidas a la ejecución de procesos de desarrollo inclusivo y estrategias económicas nacionales de propias de Estados solidarios y benefactores.
Estas corrientes permearon la época con ideas que enriquecieron los movimientos sociales juveniles y les brindó una fuerte proyección política en el ámbito centroamericano, principalmente en las luchas a favor de los grupos sociales en desventaja y de los campesinos

Posteriormente, durante los años ochenta, la región centroamericana adoptó un nuevo modelo de desarrollo sustentado en Programas de Ajuste Estructural, que tuvo como principal objetivo alcanzar el crecimiento económico a través de medidas que facilitaran el funcionamiento y la regulación de los mercados financieros y cambiarios. Para esto, el Estado se vio en la obligación de redefinir su rol para transformarse en un ente facilitador de las condiciones requeridas con el fin de garantizar la provisión de servicios de intermediación, regulación y supervisión financiera para atraer la inversión extranjera e insertarse en las redes financieras mundiales

La instrumentalización de la eficiencia económica y de la autorregulación del mercado, suscitaron programas de privatización de servicios e instituciones públicas estratégicas, indujo a la reducción del Estado y al abandono de algunas de sus funciones en el campo social. Esta etapa marcó el fin del proteccionismo estatal prevaleciente hasta finales de los setenta, para dar origen a un modelo de desarrollo que priorizó la eficacia pública sobre los proyectos nacionales que anteriormente orientaron las políticas estatales.

La reducción se su ámbito de acción no le permitió al Estado continuar cumpliendo con las responsabilidades de planificación y de definición de mecanismos de intervención que garantizaran la equidad económica y la vigilancia de los procesos sociales, y el descontento generado en la población, que se sintió desprovista de soporte estatal, unido a “la pérdida de atribuciones y poderes para conducir procesos sociales, se manifestó en una creciente desconfianza hacia las instituciones públicas políticas y los mecanismos de representación” (Lathrop; 2003:38 en Coto M 2004).

Los vacíos dejados por el Estado en el campo social, la disminución del empleo en el sector público y la terciarización e informalización del mercado de trabajo, afectaron principalmente a los sectores medios de la población. A la vez que facilitaron el surgimiento de instancias alternativas de desarrollo y promoción social pertenecientes a la sociedad civil, quienes se adjudicaron el rol articulador entre las instituciones estatales y la población para dar pronta respuesta a las demandas sociales.

Aún cuando las medidas adoptadas en el campo económico resultaron eficaces para incrementar la entrada del capital externo y la inversión en tecnología, el costo social de la restructuración institucional, así como de la disminución en la inversión en los programas sociales, repercutió directamente, sobre la calidad de vida de los sectores más vulnerables, especialmente niños, jóvenes y mujeres jefas de hogar.

En el campo laboral, la situación no fue diferente, la promoción de programas de movilidad, carentes de propuestas para la creación de oportunidades laborales alternativas, incrementó los niveles de desempleo abierto y el trabajo informal. Aún cuando impulsaron iniciativas para generar un mayor equilibrio social, para la transferencia directa de recursos económicos a las poblaciones más pobres, mediante políticas sociales focalizadas, los esquemas utilizados con criterio meramente asistencialista, no permitieron establecer una política integral con mecanismos para el desarrollo y el acceso a las oportunidades.

Gradualmente, la cohesión social perdió terreno frente a la necesidad de buscar alternativas de subsistencia para frenar el deterioro de las condiciones de vida, en el ámbito juvenil los movimientos sociales, que durante años alimentaron la participación de organizaciones e intelectuales, se desarticularon. Las organizaciones sindicales entraron en crisis y frente a la figura de un Estado que había perdido centralidad y capacidad de articulación a nivel nacional, la lucha por las reivindicaciones sociales y políticas fueron desplazadas. En su lugar, surgieron proclamas en defensa de la identidad nacional, de los valores culturales y sociales, como preámbulo del nuevo modelo.

El fracaso de los modelos anteriores y la exploración de alternativas de desarrollo con un menor costo social, llevó a que en los 90´s se produjera un replanteamiento del papel de la cultura en la vida económica del territorio, fue de esta forma como el desarrollo se planteó desde la óptica del Capital Humano, en alusión a las habilidades y destrezas que poseen las personas para producir crecimiento económico. Este enfoque incorporó a las nociones económicas, aspectos relacionados con la cultura social y política de los países, como alternativa para mejorar la calidad de vida. El Capital Humano priorizó la satisfacción de las necesidades de las personas mediante el desarrollo de destrezas para la apropiación de la tecnología. En este contexto, la información y el conocimiento se convirtieron en un instrumento indispensable de los procesos productivos, para la generación de valor agregado.

Si el Capital Humano le dio relevancia a las aptitudes y al conocimiento, el enfoque de Capital Social, fortalecido durante la segunda mitad de los noventa, revitaliza las normas y valores compartidos, hábitos y ejemplos de liderazgo, como condicionantes para transformar la organización social en materia prima para generar relaciones de pertenencia comunitaria, desarrollar capacidad de trabajo en grupo y fortalecer el marco político y económico. A diferencia de los enfoques tradicionales, centrados en las carencias, el Capital Social, reconoce el valor agregado y la funcionalidad económica de la interacción y de la organización social.

Este modelo concibe al Estado como un socio más del desarrollo que, a diferencia de las épocas anteriores, cumple sus funciones con base en una serie de acciones tendientes a la descentralización y al traslado de competencias del ámbito nacional al local al tiempo que confiere a la sociedad civil un papel más activo en el proceso de elaboración y ejecución de los programas sociales.

Sin embargo, al tomar como parámetro el caso de Costa Rica, para analizar la viabilidad de este modelo sustentado en las destrezas individuales, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Juventud, observamos como el rezago educativo limita el desarrollo de estas destrezas y habilidades requeridas al 51.4% de las y los jóvenes entre los 18 y 24 años que no estudian en la actualidad.(CPJ, 2007:39).

Esta población, que no cuenta con las destrezas a las que alude el Capital Humano, y que además no posee los espacios para su desarrollo social, difícilmente tendrán las habilidades que demanda la construcción de Capital Social, por el contrario aumenta la probabilidad de quedar excluidos del acceso las nuevas tecnologías y a los espacios laborales que se presentan con la globalización,

2- Juventud y Ciudadanía

Actualmente nuestros países transitan por la era del conocimiento global, en donde la cultura, los valores, la capacidad para la innovación, la calidad de vida y la educación constituyen el mejor contexto para el desarrollo de una sociedad rica en Capital Humano y competitiva a nivel económico.

La simultaneidad de la comunicación asociada a la reducción del tiempo-espacio, rompió con las concepciones históricas, geográficos y culturales tradicionales, la nación se extendió más allá de los límites territoriales, emergieron nuevos códigos establecidos por el mercado y la publicidad, que articularon los procesos de transmisión y formación de valores, normas y costumbres.

La tecnología se transformó en uno de los principales instrumentos utilizados por la juventud actual para la construcción de sus estilos de vida, les permite mantenerse al día con los acontecimientos del mundo externo, con lo último de la moda, la música moderna, a la vez que acceden a nuevos círculos de relaciones dentro y fuera de su país. El ciber espacio constituye el lugar de encuentro por excelencia, en donde convergen un abanico de oportunidades de estudio, empleo y desarrollo personal, que moldea la vida, los valores y la percepción de futuro de las generaciones actuales.

No obstante estas oportunidades no se encuentran al alcance de todas las personas jóvenes, en un mundo dominado por las imágenes, los medios de comunicación masiva y la propaganda, donde los referentes identitarios que se construyen corresponden a realidades dislocadas de la inmediatez de la vida cotidiana, aún persiste un alto porcentaje de sectores juveniles para quienes la tecnología y las ventajas que se derivan de la globalización, lejos de constituirse en una circunstancia para su desarrollo, plantean nuevas formas de exclusión en términos de acceso, debido entre otras, a la situación socioeconómica, a la carencia de herramientas, de destrezas y de conocimiento. Para este alto porcentaje de jóvenes doblemente excluidos, el único referente sólido que tienen para definir su proyecto de vida, es su entorno inmediato, caracterizado en la mayor parte de los casos, por la pobreza, la violencia, las drogas y la agresión.

Si la condición de ciudadanía, es un proceso dinámico, que responde a características que tienen que ver con la exclusión o inclusión social, económica y cultural, en la cual se identifican derechos y deberes, necesidades y acceso a las oportunidades, que se transforman y adaptan a las características y requerimientos específicos de la población en diferentes épocas, es preciso reconocer que desde los años 80´s, con la disminución de la inversión social, el Estado acumula una deuda: el déficit de ciudadanía con las personas jóvenes.

Para una sociedad fragmentada y acentuada por las desigualdades, la ineficiente “administración” del nuevo modelo y las sociedades definidas por Castells como “sociedades en red”, proyectan un deterioro multidimensional que se manifiestan en la economía, el trabajo, la familia, la cultura, así como en la construcción de entornos y espacios para la expresión y la interacción social.

“Vivimos en un mundo en el cual las imágenes hacen posible que la integración simbólica y material de una parte de la población juvenil económica y socialmente privilegiada se produzca sin mayores problemas. En contraposición a un sector mayoritario perteneciente a los sectores más pobres y algunos medios, para quienes a capacidad de apropiación de lo simbólico o material resulta más difícil, ya que aún cuando podrían tener acceso a la tecnología y a las imágenes que les transmite el mercado, no poseen los conocimientos y habilidades para posicionarse y transformar este acceso, en oportunidades para su desarrollo y mejoramiento de sus condiciones de vida. Es la negación de la ciudadanía, pero esta vez expresada a través de la brecha digital además de la social, es la diferencia entre ser un consumidor de mensajes y valores, o ser un productor de sus propios mensajes” (Coto. M: 2004: 8).

3- Segregación Social

Otro elemento que influye directamente sobre las oportunidades de desarrollo de la población joven, es el ambiente inmediato en el cual se relaciona y convive con sus pares. Las comunidades como representaciones territoriales de interacción social, son portadoras de identidad, son el espacio en donde se entrelazan vivencias que reproducen valores y formas de comportamiento, son también el tejido social en que se forjan ventajas o desventajas para el proceso de desarrollo individual y la construcción del proyecto de vida de niños y jóvenes.

Sin embargo, uno de los peligros más tangibles que corroe la cultura pública, es la política del miedo cotidiano a las calles inseguras, que aleja a las personas de los sitios públicos y les impide apropiarse de las artes, y oficios cotidianos necesarios para revitalizar los espacios de convivencia comunitaria que generan interacción y articulación de ese tejido social, solidario e integrador. El temor y el sentimiento recurrente de amenaza, induce a que en los alrededores de ciudades amuralladas con servicios de calidad y espacios para la recreación, subsistan también comunidades empobrecidas, carentes de servicios básicos, en donde los limitados espacios recreativos son tomados por la delincuencia, en tanto los niños, niñas y jóvenes se ven confinados a la recreación dentro de sus hogares.

En los grandes residenciales, la vigilancia se realiza se realiza con sofisticados mecanismos de seguridad, en contraposición al voluntariado de los vecinos en las comunidades vulnerables, quienes arriesgan su vida cada vez que denuncian actos de delincuencia o cuando combaten la drogadicción que acosan a sus hijos.

Desde esa perspectiva, cada vecindario iinfunde su propia identidad y significado a la idea de “una forma de vida aceptable” para su comunidad, mediante normas de control social que se interiorizan con la reproducción de acciones y conductas cotidianas. De ahí que las comunidades hoy día, se constituyen en territorios en donde el distanciamiento con respecto a otras formas organizativas y otras conductas, incompatibles con sus referentes cotidianos, es esperable y justificado, así como lo externo y lo diferente al entorno inmediato, constituye una amenaza para la estabilidad y la convivencia.

Hoy día nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes, crecen en comunidades fragmentadas, con murallas y las rejas que dividen el territorio entre ricos y pobres, entre quienes pueden pagar por servicios de calidad y quienes deben sufrir la consecuencia del deterioro de los servicios, entre quienes tienen parques recreativos y quienes están confinados a utilizar las calles, lotes baldíos o botaderos de basura para recrearse. Nuestra juventud se desarrolla carente de espacios socialmente integradores, víctimas de la segregación territorial y la exclusión, en una sociedad en donde la construcción del otro se forja a partir de la desigualdad, la desconfianza y el temor. Para ellos la cultura y el arte, dejaron de ser elementos de recreación y cohesión social, para transformarse en factores de exclusión y discriminación social.

3- Marco Institucional

En tanto la juventud se enfrenta acelerados procesos de cambio tecnológicos e informativos, así como a los desafíos que les plantea las diversas formas de segregación y exclusión, el accionar de las instituciones dejó “al descubierto la poca capacidad de su gestión social para adaptarse a las demandas y necesidades surgidas de la población en general y de la juventud en particular, en un mundo cada vez más globalizado” (Coto. M, 2004: 9). Ante la ausencia de un marco institucional que articule la oferta programática, con demandas y necesidades, que además brinde acceso real a las oportunidades, las y los jóvenes rompieron con los esquemas tradicionales de socialización para construir sus patrones de conducta a través de la interacción social entre pares.

En su afán por encontrar espacios para la participación y la toma de decisiones, niños, adolescentes y jóvenes se apropian de sitios públicos y redefinen el significado simbólico de las calles y los barrios, a la vez que construyen sus propias normas que reivindican formas alternativas de participación social. En este contexto, la identidad del “grupo” de referencia se precisa desafiante, frente a un sistema diseñado por adultos y para adultos, en donde sus necesidades, percepciones y demandas no tienen cabida.

Las dificultades institucionales para articular sus ofertas con las demandas de esta población, así como la ausencia de oportunidades para acceder a los procesos de toma de decisión, los marginan de la institucionalidad y les limita las posibilidades de adquirir destrezas para organizar estrategias de cambio social, por lo que resulta común que la juventud genere procesos organizativos endógenos y trincheras desde donde impulsan pequeños objetivos, con la finalidad de satisfacer necesidades puntuales de bajo impacto social: organización de festivales para plasmar viajes, torneos, entre otros

Desde finales de los 80´s, el Estado acumula una deuda con la población joven que aún permanece sin saldar, en la actualidad cuando el modelo económico requiere del uso intensivo del conocimiento y la tecnología, así como de una educación sustentada en el desarrollo de la capacidad para la innovación, con el fin de garantizar la inserción efectiva en un mercado laboral cada vez más competitivo, la pobreza que vive el 38% de los jóvenes entre 15 y 24 años, así como la indigencia del 13,5%, que según datos de la CEPAL afectaba a la juventud de América Latina, carecen de una respuesta institucional integradora que brinde alternativas reales para el trabajo y para mejorar sus condiciones de vida. Esta situación transforma en víctimas y victimarios a las y los jóvenes, quienes encuentran en las organizaciones violentas, una forma para satisfacer sus necesidades y demandas, en un intento por visibilizarse ante el mundo que los rodea.

La pobreza, la exclusión y la segregación sin respuestas públicas adecuadas, propician que institucionalmente la juventud, que durante los años 70´s fue símbolo y actor protagónico del desarrollo económico, hoy día sea visualizada como un problema social y de seguridad ciudadana, que debe ser erradicado

Cuando las instituciones no responden a las necesidades de la juventud y el Estado no establece estrategias para su integración social, la población joven se transforma en terreno fértil para un mercado que compite para llenar esos vacíos con estilos de vida “engañosamente integradores” y aparecen nuevos referentes simbólicos que los organizan y los convocan, otorgando al concepto de ciudadanía una nueva condición en donde el consumo, la apariencia, la ropa y los tatuajes se vuelven símbolos de referencia ciudadana, y la delincuencia organizada se transforma en un medio alternativo para alcanzar la ciudadanía y el reconocimiento.

Hoy día la ausencia de políticas sociales eficaces e inclusivas, además de hipotecar el futuro de sectores cada vez más jóvenes, también comprometen la estabilidad política y social de nuestros países.

Bibliografía

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